17 diciembre 2014

Podemos dejar ir


No tenía otra forma más pura de tocarla cuando se alejaba más que con mis letras, aunque a veces dudaba del poder que pudieran tener cuando ella dudaba de la vida o peor, de nosotros.

Supongo que no entiendo su vaivén de metamorfosis entre el pasado y el qué podrá ser, creo que si pudiera transformarlo y proyectarlo a algún punto en mi vida sería a ese mismo, en que ella duda y yo muero de terror. Y ciertamente, no tiene ningún caso.


Y es que quizá estuvo mal que le dijera que ya no la sentía como antes y era la verdad, pero no pude terminar de explicar aquello tan maravilloso. Ya no percibía su presencia de la misma forma que antes porque sencillamente habíamos transformado lo que teníamos, un simple beso se ha convertido en algo magistralmente inexplicable, imagina nada más cómo es el amarte, hermosa mía. Ahora era como si fuésemos uno mismo, como si algo más grande nos conectara, como si nos hubiéramos convertido en piezas que embonan sin presión la una con la otra. 


Es irónico todo esto, que de pronto ame tanto escribir y la mayor parte del tiempo no tengo las palabras a la mano y es que es extraño porque sé que ella me entiende cuando un simple dedo toca su piel, que ella traduce esas palabras que cavernicolamente no sé poner en palabras de viento.

Y creo tal vez que ella tenía razones para creer que lo que hacíamos estaba mal, que una vez más no valía la pena, pero ¿Y si eres feliz? ¿Y si lo que tienes en las manos es lo que estás buscando? ¿Y si no quieres ir a ningún lado si no es colgado de su mano? Podemos nombrarlo capricho, porque claro que podemos, pero ¿no es amor? Cualquiera puede herir, consciente o inconscientemente, pero quedarse a reparar y remodelar todo, creo que para eso se necesitan agallas, mismas que afortunadamente tenemos los dos. 

Es de verdaderos valientes limpiarse las rodillas y decidir continuar, decidir amar mejor y no más. Es de verdaderos amantes el comprender que hay cosas superiores y si ambos deciden que es así ¿Por qué no ser felices completamente? 

15 diciembre 2014

Tuyas



Nunca había podido entender bien cómo era que mis letras de pronto tomaban vuelo y se dirigían hacía la persona que las escribía. Era un momento extraño de desprendimiento, y justo como Ícaro, morían todas ellas quemadas por la proximidad al calor. Y era irónico, siempre creí que así como sentía, era lo correcto cuando le escribías a la persona que dictaba el corazón.


Y de pronto sucede, que pasan dos veranos y ya te enseñan el mundo e incluso el misterio del universo en tan sólo unos segundos. Y de pronto sabes, por qué todo lo demás no tenía sentido alguno. Y de pronto está ahí Ícaro con sus alas intactas abrazando el Sol. 

Eso me hacía ella, ella me había dado todo aquello que jamás pedí, ese secreto que nunca quise compartir ella me lo daba al ser mi cómplice y mirarme a los ojos, al mirarme y sellar todo con una promesa de un día más. 

Así, súbitamente ya no podía escribir para nadie más, ya no podía evocar una palabra una rima una conjugación, como ella dice, ni una conjunción que no llevase su nombre, su apellido, su sonrisa, su mirada o sus ojos. Que tuviese una pequeña parte del todo que la conforma, alguna palabra que lograra rozarle con delicadeza alguno de los espirales en su cabeza. 

Ya no podía ser, ya no quería que fuera de ninguna forma y era divino, era perfecto. Le escribía cuando le servía su té por la mañana o inclusive cuando caía la noche y la taza de té más bien era mi taza de café acompañándome a extrañarla dormir en mis brazos. Le escribía cuando besaba cuando tenía sus lunares cósmicos entre mi boca, le escribía hasta cuando se enojaba, pero sobre todo cuando estaba triste, porque me gustaba creer que mis palabras la curaban despacio hasta que yo recorría aquel camino para poder tenerla entre mis brazos. 

Y eso hago ahora, la intento curar despacito como mis besos en el cuello que luego la hacen reír, como mis manos en su ombligo. Como hace apenas unas horas que la cobijé al dormir y besé sus sueños, ella, simplemente estaba ahí, sonriéndome, siendo feliz, plena, amándonos. Siendo nuestros.



16 noviembre 2014

Nuestro cuento de hadas

Me acuerdo bien de la primera vez que decidimos hacer un viaje, fue algo tan raro y rápido. Todo sucedió en un parpadeo en un suspiro se encerraron todos los miedos e inventamos una nueva respuesta "voy si es contigo" 

Por esos días nada más existió, justo como si el tiempo no hubiera pasado entre los dos, así mismo se sentía pasar las horas a su lado, así mismo se sentía vivir colgado de su mano

Cuando la verdad de nuestra historia nos alcanzó y tuvimos que entregar cuentas de lo que pasaba en aquel viaje, tomó una cerveza más para mi, se sentó enfrente y me miro con decisión inquebrantable: 

- "No prometo amarte siempre, incluso puede ser que mañana mismo esto que siento se decida ir. Así que si el barco del olvido pasa de nuevo y alguno de los dos le hace la seña, entonces abordemos por completo y no estemos mirando atrás. No pretendo que esto termine, pero tampoco pretendo que sea un cuento se hadas..."

En mi se hizo el vacío que estoy seguro existe en el espacio, por primera vez hablábamos de cosas enserio, por primera vez estábamos tocando nuestros pases al futuro con la manos, por primera vez dimos el paso más importante: "Amar mejor y no más"

Su boca estaba llena de promesas, silencios, deseos e incluso verdad. No intentare contradecirla, pero como siempre le decía: hablo demasiado pronto

Esa noche en aquel viaje contemplamos un espectáculo superior a cualquier cosa que pretendiéramos entender, esa noche vivimos nuestro cuento de hadas

Sí, casi como esa película favorita de su sobrina "enredados" y me dio curiosidad que ella creyera que no me ofrecía cuentos de hadas, no, esos los cumple el destino por nosotros 

13 noviembre 2014

La cita a la que no llegaste

Ahí estaba yo, de nuevo, esperando por esa cita no programada. Me senté justo enfrente de esa banca donde semanas antes la había esperado para conocerla por primera vez.

Me senté y respire la tarde un segundo, y luego esperé, y pasaron las horas y los minutos de forma atrabancada, pasaron las personas y sus historias de una forma un poco más lenta y uno por uno, como desfile de estrellas en el universo. 

Paso la vida y jo le extrañe tanto como al principio, pues ahora no ibas a llegar con tu infinito de personalidades a robarme para llevarnos al jardín, no, esta vez eso no iba a pasar.

Pero seguí esperándote, toda nuestra historia se reducía a aquel sitio, donde te conocí, donde nos enojamos, donde nos amamos y hasta donde nos besamos. Te esperé y te esperé, no llegaste a ese encuentro que no planeamos.

Después de todo cómo ibas tú a saber que yo te había citado ahí, claro te lo conté en sueños, pero ese era el problema, últimamente ya no soñábamos lo mismo a pesar de que dormíamos al mismo tiempo. 

Cómo ibas tú a saber que yo te esperaba, justo como he hecho toda mi vida... 

13 octubre 2014

Catarsis

Siempre que volvía, sacudía mi mundo de formas en que jamás pensé que alguien podría ser capaz y en vez de aterrarme por sentir miedo de lo que sentía, más bien me emociona porque aún a pesar de los daños y el tiempo, siempre era su nombre el que seguía marcado, no sólo en mi memoria ya también en mi piel, como ese tatuaje que no nos pudimos hacer. 

A ciencia cierta yo no sabía nada, no sabía si tenía a alguien más y supongo que no me importaba, pues lo que siempre me decían sus ojos era tan diferente a lo que verbalizábamos, nos amábamos pero eran pocas las veces que realmente lo lográbamos bajar a letras. 

Y yo sabía que quería tener a más personas, no por lo que pudieran ser a futuro, simplemente para recordarme a ella todo el tiempo, para decirme que no nos equivocamos todas esas veces que nos juramos tantos para siempre. 

Para confirmar lo que ya sabíamos, por fin la había encontrado, a quien podía entregarme sin peros sin por qué sin excusas, sin miedos. 

Al fin nos habíamos encontrado, a mitad de un camino en dirección de otro, pero lo realmente triste, era que no podíamos quedarnos; nuestro tiempo no era o quizá jamás sería...



"Aprendo a amarte de a pocos, media de amor y media de olvido. Por si volvieras me quedo con algunos planes, con todo el valor, pero tonto que soy, el daño lo olvido." Edel Juárez 

25 septiembre 2014

Todas las canciones que no te dí



Hola, soy yo de nuevo, soy el yo de siempre, soy el yo que te ama, sí en tiempo presente todo el tiempo.

Recuerdo cuando pasaba el tiempo a tu lado, es curioso ¿sabes?, siempre creí que tendríamos justo el mismo tiempo que tienen las estrellas en el infinito. siempre creí que esa clase de cosas como los relojes era algo que podríamos ajustar para nuestro beneficio, siempre creí que el tiempo a tu lado se detenía, por eso jamás usé reloj y recuerdo perfecto que tú dejaste de usarlo después del día que por fin nos conocimos
- ¿Lo habrá notado también? - eso me decía todo el tiempo que miraba a tu muñeca y no había nada.

Me sonreía a mi mismo, incluso si después de meses lo recordaba. Por eso a veces cuando te observaba, sonreía. Claro que no tenía absolutamente nada que ver con el hecho de que me hicieras la persona más feliz *tu crees* 

Pensaba tantas cosas estando a tu lado, recordaba todas mis películas favoritas y esas escenas increíbles que siempre pensé "ojalá algún día pueda vivir algo así con alguien" y era curioso, que desde que te empecé a amar, ese deseo antes mandado al cielo, terminara ahora en tu nombre. Es por eso que jamás sentí prisa de nada, nunca contigo.

Tenía un bonche de canciones perfectas para darte, mínimo tenía una por día, pero ¿sabes qué les hacía? Las guardaba, ¿para qué? No lo sé honestamente, no sé para qué ponía tantas cosas a la espera, quizá creía que nuestra vida aún no comenzaba, que quizá todo era real cuando estábamos juntos, tan juntos que podía tocar tu mano. Todo se me olvidaba cuando estabas a mi lado, volaba, y eso era todo, volar a tu lado.

Y es que ahora te vas, se me viene todo a la mente, todo regresa como la ola retando a la orilla en la playa. Recuerdo las canciones y recuerdo porque eran tuyas desde que las escribieron, y también recuerdo aquellas películas que no vimos y siempre quise compartir sólo contigo. Como aquella de dos chicos que se borran de la mente al otro, no puedo olvidar un diálogo que hay entre ambos:

Joel: Espera, no te vayas
Clem: ¿Para qué?
Joel: No lo sé...

Y yo sé, así como Joel sabía, que te cansarías de mi eventualmente o algo que diría probablemente lo tomarías al revés, o quizá hasta el que se cansaría sería yo. Pero sólo por si decides no irte, o si decides llevarme contigo, quiero que sepas que no prometo nada, absolutamente nada, sólo amor, amor de ese que dejábamos que nos pasara, amor mágico, mítico, de ese que nadie nos creía cuando contábamos de lo que sentíamos por el otro, de lo que nos daba el otro, de lo divinos que se ven nuestros nombres juntos, de lo felices que somos estando sólo los dos.





23 septiembre 2014

La hubieras amado como yo


Hola Otoño - decía al aire mientras la primer hoja de color marrón dejaba el sitio donde vivían las que aún eran verdes - llegas tarde ¿sabes? - continuaba mientras su semblante despacio cambiaba - ella ya se fue, no quiso quedarse a esperarte, supongo que jamás la conocerás... - concluyó mientras se alejaba con su hoja marrón en el pecho.

"Sé que quizá la hubieras amado tanto como yo" - continuaba diciéndose para sí mismo al salir del bosque - ella era dulce como un algodón de azúcar, pero no me confundiré, también era amarga y picosa, algo así como un dulce de tamarindo quizá. Ella era más o menos como el beso de buenos días que me daba cuando se quedaba a dormir.

No era perfecta ni nada parecido, más bien era como perfectamente imperfecta. Sus lunares estaban en el sitio indicado, en el sitio preciso, en el sitio mejor pensado. Y qué decir de sus tatuajes, esos eran secretamente misteriosos, pero no me confundiré, no esos tatuajes que por elección propia habían decidido vivir en el mejor lugar; su piel. Hablo de los tatuajes esos que se hacen con la tinta que no se borra nunca jamás.

Y sé que al Otoño le hubiera encantado verte, acurrucada entre mis brazos en nuestro sitio preferido, sé también que al Invierno le habría vuelto loco mirándose en tus ojos verde color infinito. Mirándonos entrelazados bebiendo un café caliente, besando nuestros sueños y esperando la dulce llegada de nuestros planes de futuro.

Era bastante triste si lo piensas - se volvió al cielo que lo observaba curioso - si tan sólo lo analizas, ella siempre se quedaba a mi lado cuando era Verano, creo que le gustaba casi no vernos abrazados, le gustaba más mirar los vasos llenos de gotitas de deshidratación, le gustaba más beber cerveza con poca ropa antes de salir a bailar.

En realidad no me hubiera molestado tener que nombrar a todos los días de todos los años, Verano. Verano a cambio de que no se fuera, a cambio de que no corriera, quizá a otros brazos menos fuertes que la sostuvieran mientras lloraba, mientras sufría porque a su mundo se le caían las paredes. A cambio simplemente de poder tomar su mano al caminar por la calle

Ella nunca supo lo mucho que significaba en mi vida ¿sabes? - le contaba a su hoja marrón mientras ella danzaba en sus dedos - al parecer le gustaba más leerlo, como para tener algo que tocar, algo de lo cual sentir supongo. Yo le decía te amo todo el tiempo, cuando la miraba en silencio, cuando le sonreía, cuando la abrazaba al caminar, cuando después de apenas horas de no verla la abrazaba como si hubiesen sido años, quizá siempre tuve una idea rara del amor, después de todo, tal vez sólo fue el clima...

21 septiembre 2014

La carta que no te di



Tal vez parezca tonto ponerse a redactar una carta cuando al otro lado de la barda ya no quieren escuchar. Pero de hecho es bastante útil, de cierta forma es como si mis palabras pretendieran hacer un puente, si lo veras o no ya es cosa de lo incierto, como si aún me amas o tal vez ya no.
Esta carta entonces no lleva ningún propósito más que contarte cosas que quedaron en el aire guapa. 
Te contaré sobre el abismo que se hizo aquella tarde en que preguntaste si le gustaría amarte siempre, te diré pues, que dentro de mi explotó el infinito y que moría por gritarte un sí y correr a tus brazos para refugiarme en tu pecho. Pero sabes qué fue lo que sucedía en mi mente aquel segundo? Sólo podía pensar en que ya no quería que ninguno de los dos tuviera que preguntar eso de nuevo. Que la siguiente pregunta fuese: te gusta ese sillón o el verde? Quieres un escritorio o prefieres un restirador para el estudio? 
Pensé que merecíamos aquel destino que estábamos intentando alcanzar, y tanto pensé que merecíamos ser tan felices que fue que decidí callar. Preferí hacer un plan macabramente hermoso para contestar a tu pregunta. Y de hecho me estaba preguntando de qué forma sería más hermoso, más infinito, más como nosotros...
Y todo era perfecto sabes? Tenía planes para ambos y lo único que corría en mi contra era el hecho de que mi pierna aún no me dejaba hacer todo lo que quería. Ir a nuestro jardín, tomarte de la mano, mojarnos bajo la lluvia, beber tu invento de té con un par de donas, salir a bailar y volver a casa juntos, desayunar en el comedor desnudos o quizá acostados en la sala o simplemente sentarnos al borde de la cama y mirar los días volverse noche en el reflejo de tus ojos....
Me hiciste tanto que llegue a ser tuyo, me hiciste amar las pláticas con un café, así fueran para discutir alguna discrepancia, me hiciste cambiar el orgullo por sonrisas para ti, pero lo que más amaba era cuando peleabamos, era como intentar competir porque el otro soltara la primera carcajada.
Me pregunto qué paso? Como siempre que decidimos hacernos a un lado... Qué paso? Y es lo único que ronda nuestra mente. Pensé que habíamos logrado bardear nuestro universo, pensé que no íbamos a dejar que nadie más metiera mano, pensé que estábamos listos para pelear por el amor del otro.
Pensé mal supongo, y no es tu culpa, ni mía. Quizá hasta sea cosa de destino o cosa de la vida.
Nos perdimos en alguna plaza mientras intentábamos volver a tomar nuestras manos entre la multitud. Lo único malo es que mi mano aún intenta retomar la tuya...

18 abril 2014

Para ti y para ella

He aprendido a leer tus pensamientos, he entendido que no dices aquello que vale la pena de ti, tus sueños.
He aprendido a leerte a través de la distancia mental de nuestros cuerpos, he aprendido a amarte de esa forma en que jamás nos permitimos
He aprendido a leerte, leer tu piel como el mapa de los sueños que jamás cumplimos, pero sucedieron
He aprendido a leerte con tus miedos y mis irracionalidades, nos he mirado a través de tus ojos posados en mis lunares
He aprendido a leerte sin los tabúes que rodeaban nuestro amor inocente
He aprendido el arte aquel tan extraño de añorarnos mientras dormíamos, de mirarnos con sigilo y precaución antes de apagar las luces
He aprendido incluso a tomarte de la mano por la calle principal, rozar tus dedos sin miedo al qué dirán, he aprendido, desde que no estás aquí
He aprendido a maquillar nuestras mentiras, así como hacía con tus ojos unas horas antes de salir.
He aprendido a mirar por detrás de tus viejas sonrisas y las gastadas risas, leer todo aquello que siempre estuvo ahí pero jamás deciframos
He aprendido a desayunar sin un cigarrillo antes ni tu beso de buenos días
He aprendido, por encima de todo lo demás, a perdonarnos, no era nuestra culpa el no saber las cosas que ahora sabemos, amor mío...

03 enero 2014

Redención


Te extraño, te extraño en esa forma que siempre has sido y jamás has podido ver.

Extraño tus momentos de amor, tus segundos de histeria, tus días de éxtasis. Extraño tus brazos rodeando mi cintura, protegiéndome del frío.

Tus pretextos para visitarme e incluso extraño los momentos de pelear hasta el cansancio o hasta el beso.

Extraño todo aquello que tuvimos y todo aquello que nos perdimos también. Pero sobre todo, extraño se aquellas personas que siempre quisimos ser, abrazados, sobre tu cama de sueños mientras elegíamos el soundtrack de nuestras vidas. Mientras decidíamos si bañarnos con agua fría o caliente.

Mientras pensábamos en qué queríamos ser de grandes, de chicos, de siempre, de nuestros... Te extraño en el sentido, sin sentido, que era estar juntos.

Te extraño, a ti, no sólo a tu nombre al lado del mío, tampoco tu mano tomando la mía a la hora del almuerzo, ni los besos consumidos luego de comer.

Te extraño, me extraño...

Pero no nos equivoquemos, te extraño, pero no sé si el tiempo nos extrañe de igual forma como para ponernos juntos en un mismo plano, de nuevo...