25 septiembre 2014

Todas las canciones que no te dí



Hola, soy yo de nuevo, soy el yo de siempre, soy el yo que te ama, sí en tiempo presente todo el tiempo.

Recuerdo cuando pasaba el tiempo a tu lado, es curioso ¿sabes?, siempre creí que tendríamos justo el mismo tiempo que tienen las estrellas en el infinito. siempre creí que esa clase de cosas como los relojes era algo que podríamos ajustar para nuestro beneficio, siempre creí que el tiempo a tu lado se detenía, por eso jamás usé reloj y recuerdo perfecto que tú dejaste de usarlo después del día que por fin nos conocimos
- ¿Lo habrá notado también? - eso me decía todo el tiempo que miraba a tu muñeca y no había nada.

Me sonreía a mi mismo, incluso si después de meses lo recordaba. Por eso a veces cuando te observaba, sonreía. Claro que no tenía absolutamente nada que ver con el hecho de que me hicieras la persona más feliz *tu crees* 

Pensaba tantas cosas estando a tu lado, recordaba todas mis películas favoritas y esas escenas increíbles que siempre pensé "ojalá algún día pueda vivir algo así con alguien" y era curioso, que desde que te empecé a amar, ese deseo antes mandado al cielo, terminara ahora en tu nombre. Es por eso que jamás sentí prisa de nada, nunca contigo.

Tenía un bonche de canciones perfectas para darte, mínimo tenía una por día, pero ¿sabes qué les hacía? Las guardaba, ¿para qué? No lo sé honestamente, no sé para qué ponía tantas cosas a la espera, quizá creía que nuestra vida aún no comenzaba, que quizá todo era real cuando estábamos juntos, tan juntos que podía tocar tu mano. Todo se me olvidaba cuando estabas a mi lado, volaba, y eso era todo, volar a tu lado.

Y es que ahora te vas, se me viene todo a la mente, todo regresa como la ola retando a la orilla en la playa. Recuerdo las canciones y recuerdo porque eran tuyas desde que las escribieron, y también recuerdo aquellas películas que no vimos y siempre quise compartir sólo contigo. Como aquella de dos chicos que se borran de la mente al otro, no puedo olvidar un diálogo que hay entre ambos:

Joel: Espera, no te vayas
Clem: ¿Para qué?
Joel: No lo sé...

Y yo sé, así como Joel sabía, que te cansarías de mi eventualmente o algo que diría probablemente lo tomarías al revés, o quizá hasta el que se cansaría sería yo. Pero sólo por si decides no irte, o si decides llevarme contigo, quiero que sepas que no prometo nada, absolutamente nada, sólo amor, amor de ese que dejábamos que nos pasara, amor mágico, mítico, de ese que nadie nos creía cuando contábamos de lo que sentíamos por el otro, de lo que nos daba el otro, de lo divinos que se ven nuestros nombres juntos, de lo felices que somos estando sólo los dos.





23 septiembre 2014

La hubieras amado como yo


Hola Otoño - decía al aire mientras la primer hoja de color marrón dejaba el sitio donde vivían las que aún eran verdes - llegas tarde ¿sabes? - continuaba mientras su semblante despacio cambiaba - ella ya se fue, no quiso quedarse a esperarte, supongo que jamás la conocerás... - concluyó mientras se alejaba con su hoja marrón en el pecho.

"Sé que quizá la hubieras amado tanto como yo" - continuaba diciéndose para sí mismo al salir del bosque - ella era dulce como un algodón de azúcar, pero no me confundiré, también era amarga y picosa, algo así como un dulce de tamarindo quizá. Ella era más o menos como el beso de buenos días que me daba cuando se quedaba a dormir.

No era perfecta ni nada parecido, más bien era como perfectamente imperfecta. Sus lunares estaban en el sitio indicado, en el sitio preciso, en el sitio mejor pensado. Y qué decir de sus tatuajes, esos eran secretamente misteriosos, pero no me confundiré, no esos tatuajes que por elección propia habían decidido vivir en el mejor lugar; su piel. Hablo de los tatuajes esos que se hacen con la tinta que no se borra nunca jamás.

Y sé que al Otoño le hubiera encantado verte, acurrucada entre mis brazos en nuestro sitio preferido, sé también que al Invierno le habría vuelto loco mirándose en tus ojos verde color infinito. Mirándonos entrelazados bebiendo un café caliente, besando nuestros sueños y esperando la dulce llegada de nuestros planes de futuro.

Era bastante triste si lo piensas - se volvió al cielo que lo observaba curioso - si tan sólo lo analizas, ella siempre se quedaba a mi lado cuando era Verano, creo que le gustaba casi no vernos abrazados, le gustaba más mirar los vasos llenos de gotitas de deshidratación, le gustaba más beber cerveza con poca ropa antes de salir a bailar.

En realidad no me hubiera molestado tener que nombrar a todos los días de todos los años, Verano. Verano a cambio de que no se fuera, a cambio de que no corriera, quizá a otros brazos menos fuertes que la sostuvieran mientras lloraba, mientras sufría porque a su mundo se le caían las paredes. A cambio simplemente de poder tomar su mano al caminar por la calle

Ella nunca supo lo mucho que significaba en mi vida ¿sabes? - le contaba a su hoja marrón mientras ella danzaba en sus dedos - al parecer le gustaba más leerlo, como para tener algo que tocar, algo de lo cual sentir supongo. Yo le decía te amo todo el tiempo, cuando la miraba en silencio, cuando le sonreía, cuando la abrazaba al caminar, cuando después de apenas horas de no verla la abrazaba como si hubiesen sido años, quizá siempre tuve una idea rara del amor, después de todo, tal vez sólo fue el clima...

21 septiembre 2014

La carta que no te di



Tal vez parezca tonto ponerse a redactar una carta cuando al otro lado de la barda ya no quieren escuchar. Pero de hecho es bastante útil, de cierta forma es como si mis palabras pretendieran hacer un puente, si lo veras o no ya es cosa de lo incierto, como si aún me amas o tal vez ya no.
Esta carta entonces no lleva ningún propósito más que contarte cosas que quedaron en el aire guapa. 
Te contaré sobre el abismo que se hizo aquella tarde en que preguntaste si le gustaría amarte siempre, te diré pues, que dentro de mi explotó el infinito y que moría por gritarte un sí y correr a tus brazos para refugiarme en tu pecho. Pero sabes qué fue lo que sucedía en mi mente aquel segundo? Sólo podía pensar en que ya no quería que ninguno de los dos tuviera que preguntar eso de nuevo. Que la siguiente pregunta fuese: te gusta ese sillón o el verde? Quieres un escritorio o prefieres un restirador para el estudio? 
Pensé que merecíamos aquel destino que estábamos intentando alcanzar, y tanto pensé que merecíamos ser tan felices que fue que decidí callar. Preferí hacer un plan macabramente hermoso para contestar a tu pregunta. Y de hecho me estaba preguntando de qué forma sería más hermoso, más infinito, más como nosotros...
Y todo era perfecto sabes? Tenía planes para ambos y lo único que corría en mi contra era el hecho de que mi pierna aún no me dejaba hacer todo lo que quería. Ir a nuestro jardín, tomarte de la mano, mojarnos bajo la lluvia, beber tu invento de té con un par de donas, salir a bailar y volver a casa juntos, desayunar en el comedor desnudos o quizá acostados en la sala o simplemente sentarnos al borde de la cama y mirar los días volverse noche en el reflejo de tus ojos....
Me hiciste tanto que llegue a ser tuyo, me hiciste amar las pláticas con un café, así fueran para discutir alguna discrepancia, me hiciste cambiar el orgullo por sonrisas para ti, pero lo que más amaba era cuando peleabamos, era como intentar competir porque el otro soltara la primera carcajada.
Me pregunto qué paso? Como siempre que decidimos hacernos a un lado... Qué paso? Y es lo único que ronda nuestra mente. Pensé que habíamos logrado bardear nuestro universo, pensé que no íbamos a dejar que nadie más metiera mano, pensé que estábamos listos para pelear por el amor del otro.
Pensé mal supongo, y no es tu culpa, ni mía. Quizá hasta sea cosa de destino o cosa de la vida.
Nos perdimos en alguna plaza mientras intentábamos volver a tomar nuestras manos entre la multitud. Lo único malo es que mi mano aún intenta retomar la tuya...