03 enero 2014

Redención


Te extraño, te extraño en esa forma que siempre has sido y jamás has podido ver.

Extraño tus momentos de amor, tus segundos de histeria, tus días de éxtasis. Extraño tus brazos rodeando mi cintura, protegiéndome del frío.

Tus pretextos para visitarme e incluso extraño los momentos de pelear hasta el cansancio o hasta el beso.

Extraño todo aquello que tuvimos y todo aquello que nos perdimos también. Pero sobre todo, extraño se aquellas personas que siempre quisimos ser, abrazados, sobre tu cama de sueños mientras elegíamos el soundtrack de nuestras vidas. Mientras decidíamos si bañarnos con agua fría o caliente.

Mientras pensábamos en qué queríamos ser de grandes, de chicos, de siempre, de nuestros... Te extraño en el sentido, sin sentido, que era estar juntos.

Te extraño, a ti, no sólo a tu nombre al lado del mío, tampoco tu mano tomando la mía a la hora del almuerzo, ni los besos consumidos luego de comer.

Te extraño, me extraño...

Pero no nos equivoquemos, te extraño, pero no sé si el tiempo nos extrañe de igual forma como para ponernos juntos en un mismo plano, de nuevo...