30 junio 2013

El secreto


Se ha hablado tantas veces de los secretos ligeramente escondidos detrás de las sonrisas o incluso en las miradas vagas que uno observa por la calle, se ha dicho todo y nada a la vez...

Sin embargo, existe otro secreto incluso mayor, que se esconde en la válvula principal de los corazones, se activa cuando empiezas a sentir que los suspiros son inevitables, que cada vez que intentas escribir se te escapan a tropiezos las letras de su nombre. Es tan parecido al momento en que decides resbalar tus dedos entre sus rizos negros y sólo consigues atorarlos. Pero eso jamás te importó por qué es un hermoso pretexto para estar quebrando ese muro de cristal que los tenía alejados, es el pretexto perfecto para verte reflejado en sus ojos, en ese infinito tan magistral, de ese mismo que sólo habías escuchado en los cuentos...

Existe este secreto de cuando te enamoras, cuando nada te pertenece y todo es mágico, ese segundo en que eres invencible y lo suficientemente fuerte para reclamar aquello que crees merecer tan sólo por haber esperado al tiempo llegar y traer el camino de esa persona al tuyo. Cruzarse aunque sea en un micro segundo pupila con pupila, imaginar cómo sería tocar su sonrisa con tu boca, si quiera con tus dedos temblorosos, soñar e idealizar la forma en que sus labios pronuncian ese secreto que tú intentas retener tan abrasivamente, tan inútilmente.

Esperar el momento indicado para salpicar su corazón con lo que el tuyo siente ya. Esperar tenerla de frente, tomar su mano delicadamente entre la tuya, observarse y sólo pensar "estoy tan enamorado ya..." intentar subir la mirada para que ella no lo note, y toparse entonces con sus ojos, ligeramente iluminados por los faroles de la calle, pero qué coincidencias tan majestuosas los han llevado a aquel sitio del cliché, sus ojos... Si las palabras ya existieran para poder describirlos a la perfección con cada cambio de color, con cada pequeño trazo que los forma, que los delimita, que te reflejan... Sonreír de manera incontrolable y así, sin poder contenerlo más, justo como un suspiro, el secreto que tanto tiempo guardabas como egoista soñador:


04 junio 2013

No tan evidente, pero hablo de ti


Supongo que hasta cierto punto puede llegar a ser sencillo hablar sobre alguien que te inspira, hablar sobre cómo su sonrisa combina coquetamente con el esplendor que se refleja en su mirada cada vez que le observas. Hablar sobre la forma en que su cuerpo dicta partituras de una incógnita canción, o tal vez hablar sobre cómo su cabello negro se escarcha de fulgores cuando lo tocan los rayos de Luna.

Es bastante sencillo dar cuerda a toda aquella cursilería que te provoca Ella, pero, ¿será tan sencillo explicar lo que sientes? Yo sé que siento como un cosquilleo temeroso cada vez que hablo con ella, o cuando pienso en su nombre, experimento esa explosión a la altura del ombligo, que posteriormente se expande hacia afuera, como proyectándose desde ti mismo. O aquella inconfundible sensación de saber que la sangre empieza a subir de tu cuello para llegar hasta tu frente, y en menos de un santiamén estas hecho un jitomate.

Sé que cada vez que hablo sobre Ella se me ilumina la vida de una manera incomprensible y para mi, apenas descubierta. No es secreto que mis ojos sabotean su propio color para convertirlo en un plateado incandescente. Ni es mentira mi tan torpe sonrisa al contarle al mundo quién es Ella.

Supongo que entonces sí es sencillo hablar de esos detalles que convierten a esa persona en alguien increíble. Pero no creo que sea eso lo que te hace quedar prendado de alguien, quiero pensar que eso que te "ata invisiblemente" son aquellas cosas que aún no sabes y que probablemente jamás sepas, porque existen secretos que no pueden ser revelados por que el alma perdería intriga, misterio y entonces ¿qué nos haría enamorarnos por fin de esa persona? Caer inevitablemente a esa copa de amor sin fondo, dejarse llevar sin arneses, ataduras ni imposiciones. Ser libres al amar a esa persona, partirse tal vez en mil pedazos, pero sería una fractura que no dolería, por que simple y sencillamente te has entregado a lo que es más importante en el mundo, a lo que es inevitable y por supuesto, es el mejor milagro terrenal, amar.