24 febrero 2012

A media noche


Esta noche se han terminado las dudas, las falsas ideas de sucesos nunca realizados. Esta noche me presentaré como lo que soy, lo que siempre he sido y quiza, nunca has conocido, y con justa razón, no valen mucho unos ojos cuyo reflejo es el mismo que espera ansioso en tu espejo por las mañanas.
Hoy vengo a ti con el alma desnuda, con los miedos desplumados, y con mi bolsillo lleno de sueños y promesas para ti, mi musa desdichada, hija del infinito y sobrina de lo imposible, oh sí, tú mi bella doncella de cabellos multisabor y labios sin rubor.
Podría alardearte por horas, sobre el hecho de que, quizá yo sea la persona más indicada para amarte día a día, besarte hora tras hora, y repetir de forma indefinida y sin métrica; de qué forma se creó el universo... Esta noche, podría decir tanto que me adorne como el mejor gallardo caballero, pero no lo haré, porque no soy ese caballero, ni tú eres una Dulcinea más.
Esta noche, amor mio, soy el poeta que desde que te vio de entre la niebla, ruega dibujarse indefinidamente en tus ojos, esta noche seré esa persona que pocas veces te dejo ver, esta noche, si tú así me lo permites, seré yo mismo.
Vengo a confesarte, mil doscientas cosas que, claro está, no caben ni en el infinito de tu beso. Pero si de algo sirve, dulce angel, puedo contarte tantas historias como estrellas en el infinito, calmar tu sed como manantial de agua pura, y ademas de todo, quererte...Tanto, como me de la locura.
Esta noche, en realidad, vengo sencillamente bajo cualquier estúpido pretexto que me permita estar más cerca de ti, vengo a contarte cómo fue que nacio el cielo en tus ojos, y cómo fue que yo me enamoré de ti. Es precipitado, lo sé, pero no por eso irreal o falto de sustento que no sea tu cabello que cae juguetonamente sobre tu ojo.
Mujer de mi vida, esta noche, no soy nadie más que, un poeta enamorado. Enamorado de la vida, del amor que se sucede día a día entre los pasillos del hospital, un loco y demente trota letras. Pero sobre todo, enamorado de mi musa abnegada y fugaz: Lola...