
Aún me sabe a vida el recordar los momentos a tu lado, momentos que, en ocaciones, no distingo si han pasado ya o siguen suspendidos en mi presente...
Una vez más, tu exquisito aroma, se posó sobre mi hombro y mientras levanté mi copa de vino, me tomó por sorpresa envolviendome en su interminable torbellino de sensaciones, sentimientos y recuerdos...Esos que son maravillosos deleites de mi locura, testigos de mi insomnio diario.
Mi copa empiza a vaciarse, de una manera acelerada, el carmín concentrado de mi bebida se va tornando en un color de agua ruborizada...Mi metáfora es interrumpida por el inherte color de nada de la base de mi copa. Se ha terminado el vino, "¿qué acaba de suceder?" me pregunté a mí mismo con algo de desdén. A cambio de mi pregunta sólo conseguí que tu aroma me pasara de frente, cerré los ojos, me permití soñar y mientras exigía tu nombre, di una larga y pausante inhalación, tan extendida que nisiquiera sentía la necesidad de exhalar, simplemente seguir inhalando como si mis pulmones necesitasen infinitamente de ése aroma tan tuyo... Frutas, a eso me inspira la sublimeza de tu ser, pero tu aroma, esa escencia hoy, tan vana...Ésa es distinta, es eterna y sí, paradójicamente etérea...
No sé si sea una maldición que dejaste justo el primer día que cruzaste esa puerta que ahora, observo detenidamente, talvez con la esperanza de que se vuelva a abrir y estes tú ahí, pidiendome que te abrace hasta que el cielo se derrumbe, no sé si es que jamás te fuiste por que te pienso a diario, y quizá éso te tenga amarrada a mis sábanas... Alomejor y fue aquel día que nos cosimos los cuerpos al edredón...Seguramente sea que esparciste tu perfúme sobre mi almohada, aún recuerdo bien lo que dijiste; "así será como si jamás me hubiese ausentado". Fue hace años, lo sé, pero y ¿qué tal si jamás fue sobre mi almohada?, siento que ese perfume lo rociaste sobre mi corazón, para que bajo ninguna circunstancia olvidara tu nombre y los inviernos a tu lado, fue así ¿verdad?
18 inviernos congelados, que no te tuve a mi lado por cobardía de preguntar tan sólo tu nombre. El invierno en que porfín me decidí a dirigirte mi voz, fue primavera... Me lleve convenciendo 17 horas para haber planeado tan sólo el tono correcto y decirte "hola"... En 16 minutos llegue hasta donde te encontrabas... Por 15 segundos tuve la mente en blanco porque el rojo encarnado de tu boca me había enajenado a la locura... Este último lo recuerdo bien, tan sólo 14 instantes a tu lado... Y el momento 13 fue el día que decidiste partir con el amanecer, que te marchaste dejando el tiempo dentro de la alacena, mi corazón en el congelador y tus lágrimas sobre el lavabo...
Hoy son más de 18 los inviernos sin ti, tantos los años que nos separaron desde aquel día 13... Pero tu aroma, ése a eternas rosas rojas y tu diamantino recuerdo de 14 instantes aún me saben a los 15 segundos en que permanecí en un idiota silencio, en lugar de besarte y convertir los instantes en inviernos a tu lado...
